Palabras: tienen el poder de crear y destruir

0
1070
Palabras
Palabras

En numerosas ocasiones se oye el célebre dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. Sin embargo, una palabra puede contener en sí misma un poder enorme y, acompañada de más palabras, puede llegar a ser incluso demoledora.

La fuerza está en lo que sale de tus labios y lo puedes utilizar para ser feliz o infeliz, de ti depende

La fuerza de las palabras es tal, que no son necesarias demasiadas para causar una profunda alegría o una honda tristeza. Muchas veces basta una frase que valide una emoción que sentimos o un párrafo corto que ataque nuestro punto más débil.

Nuestra vida toma la acción que tienen las palabras que decimos. Es por eso que pensar antes de hablar tiene mucho sentido, pues nos evita muchas situaciones incómodas y desagradables.

 

TIENEN EL PODER DE CREAR Y DE DESTRUIR

Nuestras palabras tienen el poder de crear y el poder, también, de destruir. El mejor ejemplo de esto lo podemos apreciar en una amistad o una relación. Cualquier palabra fuera de lugar o que pueda generar algún tipo de malentendido, quizás provoque la ruptura de ese vínculo.

Incluso la ausencia de las palabras puede ocasionar algún tipo de problema. En las relaciones de pareja, sobre todo, la comunicación es sumamente importante. Sin embargo, siempre hay algún secreto o algo que no se le cuenta a la pareja “por su bien” y que termina derivando en una serie de conflictos muy difíciles de abordar y superar.

Pero, el poder de nuestras palabras es mucho más poderoso. Su capacidad de crear y de destruir también es aplicable a nosotros mismos. No escucharnos, dedicarnos afirmaciones negativas y reprimir lo que deseamos decir son algunas de las múltiples maneras en las que nos haremos daño, nos sentiremos frustrados y en las que, tal vez, consigamos alimentar una baja autoestima.

Si tú no te dedicas palabras bonitas nadie lo hará. Porque tal y como te ves, así te verán los demás. Hemos aprendido a dedicarles estas palabras a los demás, pero ¿qué pasa con nosotros? Parece que no sabemos darnos el valor que merecemos, nos ponemos en un segundo lugar y esto provoca determinados problemas. Es entonces cuando los “soy incapaz” o “no puedo” se hacen eco en nuestra vida llegando a ser una realidad.

Le puede interesar [Hackeo a MercadoLibre puede afectar a 300 mil usuarios]

REEDUCANDO NUESTRO VOCABULARIO

Llegados a este punto, sería ideal reeducar, alimentar y restaurar nuestro vocabulario. A medida que vamos creciendo y madurando vamos perdiendo nuestra inocencia. Esto puede hacer que nuestra capacidad para crecer disminuya. Así, empezamos a dudar de nosotros mismos, a ver lo negativo y lo feo, en vez de lo positivo y lindo, a desconfiar antes de conocer.

Con expresiones cotidianas del tipo “¿No hay comida?” o “¿Hay comida?” a primera vista prácticamente la pregunta es la misma, pero en la primera ya estamos condicionando que NO HAY. Por lo tanto, empiezan a surgir una serie de afirmaciones como:

  • Soy pobre.
  • No tengo.
  • Soy incapaz.
  • No sé.
  • Ni siquiera lo intentaré.

Si digo no puedo, es cierto ¡no puedo! Pero si digo ¡sí puedo! también es cierto porque lo dije también. A las palabras no se las lleva el viento, quedan enganchadas en nuestra mente y en nuestro corazón y así van dirigiendo nuestra vida, por el camino que le vamos indicando.

Si nuestro vocabulario es pobre y pesimista, así será nuestra vida. Queremos abundancia, queremos paz, queremos ser felices, etc., pero con nuestra boca declaramos todo lo contrario. Cuando la incoherencia impregna nuestra existencia, lo que deseamos jamás llegará a cumplirse.

De nuestras palabras depende nuestro futuro, así que empecemos a cambiar nuestra vida, cuidando las palabras que decimos y nuestra forma de hablar. Hagámoslo como si estuviéramos rodeados de niños siempre y nuestra vida se dirigirá por ese camino que deseamos transitar.