El monstruo de Milwaukee descuartizó a 17 hombres

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Jeffrey Dahmer
Jeffrey Dahmer

Nacido el 21 de mayo de 1960 en Milwaukee, Wisconsin (Estados Unidos), Jeffrey Dahmer era un niño muy vital y extrovertido. Así lo recordaba su padre pero, sobre todo, destacaba por ser muy curioso.

Jeffrey Dahmer se pasó gran parte de su vida cometiendo los crímenes más sanguinarios de la historia

A partir de entonces se volvió un chico más tímido, retraído, incluso “raro” recordaban sus amigos y compañeros de colegio. Pero las continuas mudanzas y el divorcio de sus progenitores generaron en él un miedo continuo al abandono. Un temor que se agudizó con la adolescencia y que caracterizó cada uno de sus asesinatos.

Por entonces, ya había descubierto su fascinación por la muerte. Ocurrió en una clase de biología, a los 16 años, donde tuvo que diseccionar un lechón. También descubrió su homosexualidad y una escala de violencia y sexo empezó a perturbar la mente de este asesino.

A ello se unieron sus problemas con el alcohol y las drogas, un cóctel que le llevó a ejecutar el crimen de Steven Hicks, en junio de 1978. Logró ocultárselo a su familia, convivir con ello. Intentó acudir a la facultad. Pero fracasó. Su adicción le hacía imposible tener una vida normal. Su último recurso fue mudarse con su abuela.

Una noche en la biblioteca, Dahmer se encontraba leyendo cuando un desconocido pasó por su lado y le arrojó una nota de contenido sexual. En ese momento, hizo caso omiso. Pero un par de meses después comenzó de nuevo la espiral de alcohol, drogas y sexo. El monstruo había despertado de nuevo y con ello una cacería por los bares de ambiente, saunas y sex shops de Milwaukee.

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EL CONTROL ABSOLUTO

De 1986 a 1988 fueron años convulsos. La policía lo detuvo por exhibicionista, intentó desenterrar el cadáver de un chico recién fallecido para violarlo y volvió a matar.

El punto de inflexión se produjo cuando su abuela lo echó de casa. Había encontrado el maniquí de un hombre. Fue lo único que la mujer descubrió porque de bajar al sótano hubiese visto varios cadáveres y una calavera.

Aquel cráneo pulcro, blanco y perfectamente expuesto pertenecía a Steven Toumi, el joven al que asesinó en la habitación de hotel en 1986. Con esta segunda víctima, Dahmer fijó lo que luego sería su modus operandi: invitar a su presa en un lugar íntimo con la excusa de practicar sexo (previamente les drogaba con somníferos), realizarles fotografías desnudas y, una vez que ellos decidían marcharse, descargar una irrefrenable ola de violencia contra ellos.

Sin embargo, tras su apariencia inofensiva se escondía todo un depredador. Después del crimen de Steven Toumi, Jeff mató a diez hombres más con edades comprendidas entre los 14 y los 36 años. Ya llevaba doce víctimas a sus espaldas y aún faltaban cinco más hasta que la policía diese con él.

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LAS PRESAS DE MEDIANOCHE

27 de mayo de 1991, Jeffrey salió a la caza. La presa de aquella noche era fácil: un chico de catorce años sin demasiada fuerza. Lo golpeó sin piedad Tras varias horas y hacia las dos de la madrugada, el psicópata decidió bajar al bar para tomarse una cerveza. Necesitaba despejarse.

Al regresar, una patrulla de policía se encontraba en la puerta del edificio de Dahmer. Konerak había logrado escapar. Estaba desnudo y aturdido, tenía moratones por todo el cuerpo, y apenas se le entendía al hablar. Jeff se disculpó con los agentes por el estado de su “amigo”. Aseguró que estaba borracho y que, previamente, se habían peleado. Los oficiales les dejaron marchar y el homicida volvió a librarse. No así Konerak.

Tras la marcha de los agentes, el psicópata estranguló y cortó el cuerpo de Konerak.

 

EL TEMPLO DEL HORROR

Todo terminó en julio de 1991, cuando una de sus últimas víctimas, Tracy Edwards de 31 años, logró escapar del apartamento de Dahmer.

Durante el registro, encontraron el horror en forma de templo. Paquetes con restos humanos en el congelador. Acababan de cazar a un despiadado criminal del que ni siquiera tenían constancia.

En el juicio, el bautizado como el ‘Carnicero de Milwaukee’ se hizo famoso en todo el mundo. El jurado votó 10 contra 2 que estaba legalmente cuerdo para afrontar la prisión.

El 15 de febrero de 1992, el tribunal condenó a Jeffrey Dahmer a 957 años de prisión en Wisconsin; y en mayo de ese mismo año, a cadena perpetua en Ohio.