Hoy en día hay 9 vacunas contra el coronavirus autorizadas ampliamente en el mundo, y otras 111 candidatas se están estudiando en laboratorios. Ya se aplicaron en la población más de 8.100 millones de dosis de las diferentes vacunas desarrolladas por institutos y empresas de Alemania, Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, y la India. Ha sido un gran avance para la investigación traslacional, que a partir de un problema como la pandemia buscó soluciones en los laboratorios y produjo rápidamente los inoculantes.
El 54% de la población mundial aún no tuvo acceso al esquema completo de vacunas
Sin embargo, el éxito no ha sido total: aún el 54% de la humanidad no tuvo acceso al esquema completo de dosis para protegerse en un momento en que las variantes de preocupación como Delta o Ómicron están acechando y amenazan con postergar el fin de la pandemia. Sólo el 7,1% de las personas que viven en países de bajos ingresos han recibido al menos una dosis.
“El desarrollo veloz de las vacunas contra la enfermedad COVID-19 es uno de los mayores logros de la investigación científica y tecnológica en el mundo. Incluso, expertos en disciplinas relacionadas están sorprendidos porque no se esperaban que en diciembre de 2020 ya se estuvieran aplicando las primeras vacunas después de los ensayos clínicos”, dijo la científica española Helena Legido-Quigley.
Legido-Quigley junto con los otros integrantes del Panel Independiente acaban de publicar 9 trabajos científicos en la revista British Medical Journal (BMJ) con las revisiones exhaustivas que hicieron sobre la respuesta global y las acciones de gobiernos nacionales ante la emergencia de salud pública global que empezó en China en 2019.
PRIORIZAR LA EQUIDAD EN LAS VACUNAS
“Lo que demuestra la aparición de la variante Ómicron es que deberíamos haber priorizado la equidad en las vacunas y asegurarnos que los países más pobres tengan acceso a las vacunas. Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo. Ya lo dijimos en nuestro informe del Panel Independiente en mayo pasado y ahora desgraciadamente se ha hecho realidad. La razón ha sido la falta de liderazgo a nivel internacional”, sostuvo la experta.
Analizaron estudios e hicieron entrevistas con diferentes autoridades a nivel internacional y nacional. “Encontramos debilidades y fortalezas. No pretendemos culpar al país que le fue mal. Hicimos las investigaciones para identificar cuáles son los aprendizajes que se pueden tener en cuenta para prevenir futuras pandemias”, explicó la investigadora que estuvo de visita en Argentina la semana pasada.
Como un intento para llevar las vacunas a todos los rincones del planeta, se había organizado en 2020 el Acelerador del Acceso a las Herramientas de COVID-19 (ACT-A). Es un mecanismo de coordinación multilateral creado para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas de diagnóstico, los tratamientos y las vacunas de COVID-19 a nivel mundial. Reúne a gobiernos, científicos, empresas, sociedad civil, filántropos y organizaciones sanitarias mundiales.
Tras hacer la revisión, el Panel Independiente -integrado por 13 expertos de las diferentes regiones del mundo en total (incluye al ex Ministro de Finanzas de Colombia, Mauricio Cárdenas, y al ex presidente de México, Ernesto Cedillo)- consideró: “A pesar de su audaz visión, el Acelerador no ha cumplido hasta ahora sus expectativas. Covax, el pilar de vacunas de ACT-A, ha sido responsable de menos del 6% de los 6.820 millones de vacunas de COVID-19 administradas hasta octubre de 2021″.
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MODELO DE MERCADO ESTÁNDAR
El proceso de las vacunas se basó -según sostienen los expertos del Panel- en un modelo de mercado estándar -es decir, desarrollo, ensayos, autorización de uso de emergencia, venta a países de renta alta y, a continuación, redistribución a los países de renta baja- “en lugar de tener una visión integral en la que el acceso equitativo se considera desde el principio -durante el diseño y la asignación del producto, la investigación y el desarrollo, la fabricación y los procesos de adquisición-. Se basó en los mecanismos de toma de decisiones de las organizaciones existentes, que algunos perciben como excesivamente impulsados por los donantes”.
Además, el trabajo señaló: “Las corporaciones globales desarrollaron y vendieron productos patentados diseñados para los países ricos, dejando al resto del mundo dependiendo de la buena voluntad de los donantes, la ayuda al desarrollo y la caridad. Esto es así a pesar de la importante inversión pública antes y durante la pandemia en investigación, compras anticipadas, exenciones de responsabilidad, y la logística y entrega de las vacunas”.
Según el Panel, hasta el momento hubo un apoyo financiero insuficiente y retrasado para hacer llegar las vacunas a los países con menos ingresos. “Covax no pudo competir con los países de renta alta con mayor poder adquisitivo ni acoger a los grandes fabricantes”, afirmaron. Advirtieron que se debería reformular el modo de dar financiamiento del Banco Mundial y otros bancos para el desarrollo.
También hicieron un cuestionamiento a la Organización Mundial de la Salud: “El plan de investigación y desarrollo de la OMS sirvió para establecer rápidamente un programa común de investigación. Fue más eficaz para apoyar el desarrollo de productos de vacunas y, en menor medida, para los diagnósticos.
A pesar del éxito del ensayo de Solidaridad para la terapéutica, los expertos que entrevistamos de otras instituciones internacionales y organizaciones no gubernamentales consideraron que la gestión de los programas de investigación clínica no debería formar parte del ámbito de la OMS, ya que esto puede crear conflictos de intereses dado el papel de la agencia sanitaria en la aprobación de productos basados en los resultados de los ensayos”.