Luego del terremoto, en 1655, se inició una de las tradiciones culturales más importantes del país: la procesión del Señor de los Milagros
La historia del Señor de los Milagros, conocido también como el Cristo Moreno, es una de las tradiciones religiosas más profundas y arraigadas en el corazón de Lima. Esta devoción se remonta al siglo XVII y ha sobrevivido no solo al paso del tiempo, sino también a desastres naturales, lo que le ha dado un lugar central en la fe de millones de peruanos.
De acuerdo con la historia, todo comienza con un esclavo angoleño que, a mediados del siglo XVII, pintó una imagen de Cristo crucificado en una pared de adobe en Pachacamilla, un barrio de Lima habitado principalmente por esclavos africanos. Años después, en 1655, un terremoto devastador sacudió Lima y Callao. La ciudad quedó destruida, y miles de personas perdieron la vida. Sorprendentemente, la imagen de Cristo en la pared quedó intacta, lo que fue interpretado por la comunidad como un milagro.
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A pesar de la creciente devoción, las autoridades eclesiásticas intentaron eliminar la imagen y prohibir los actos de veneración, considerándolos contrarios a la ortodoxia religiosa. José de Mena, párroco de San Sebastián, solicitó la intervención del Virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, para borrar la pintura. Sin embargo, los intentos de eliminar la imagen no prosperaron gracias a la resistencia de los fieles, quienes defendieron su devoción con fervor.
El segundo milagro que consolidó la devoción
En 1687, otro terremoto asoló la ciudad de Lima. Una vez más, el muro donde se encontraba la imagen del Cristo Moreno se mantuvo en pie, mientras el resto de la ciudad quedó devastado. Este segundo evento milagroso no solo fortaleció la fe en la imagen, sino que también motivó la creación de la Hermandad del Señor de los Milagros, que desde entonces ha organizado las festividades y procesiones en su honor. La imagen se consolidó como símbolo de protección divina ante las tragedias.