Pasolini: el extraño crimen de un poeta y director de cine

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Pier Paolo Pasolini
Pier Paolo Pasolini

El 2017 murió en Roma a los 59 años Giuseppe “Pino” Pelosi, a consecuencia de un cáncer. Pelosi es, hasta la fecha, el único condenado por el asesinato, en 1975, del poeta y director de cine Pier Paolo Pasolini. Pero además con él ha desaparecido el único testigo probado de aquella tragedia.

Lo habría asesinado su acompañante de turno quien ya murió y jamás se sabrá la verdad

Cuando todo ocurrió, Pelosi tenía dieciséis años, era un “chico de la vida” conocido en la precariedad romana como Pino la Rana y dedicaba sus días a cometer pequeños hurtos y a vender su cuerpo. Fue allí donde, según su relato, la noche del 1 de noviembre de 1975 lo encontró Pasolini, que conducía un imponente Alfa Romeo plateado.

Según Pelosi, ambos acordaron rápidamente un precio de 20.000 liras (unos 10 euros al cambio de hoy) a cambio de “besuquearse un poco”; el joven subió al vehículo, que enfiló en dirección al puerto de Ostia.

Pasada la medianoche abandonaron el restaurante y prosiguieron su camino hasta el solitario Ostia, donde detuvieron el vehículo. A partir de entonces, la declaración de Pelosi se divide en dos direcciones, correspondientes a versiones dichas con unos 30 años de diferencia.

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PRIMERA VERSIÓN

De acuerdo con la primera, que fue la que escuchó el tribunal que lo juzgaba por el crimen, él rechazó los avances sexuales y salió del vehículo del director de cine, quien montó en cólera y lo atacó con un bastón. En defensa propia, Pelosi le devolvió los golpes hasta dejarlo tumbado en el suelo. Entonces volvió a entrar en el Alfa Romeo para abandonar la escena, de manera tan precipitada que en su huida atropelló a Pasolini (quien, en efecto, falleció con el tórax reventado por las ruedas del coche).

En cambio, según lo que en 2005 pudieron escuchar los espectadores del canal público de televisión Rai 3, Pasolini y él llegaron a tener relaciones íntimas en el vehículo, tras lo cual salió para miccionar, y entonces aparecieron tres desconocidos que, entre insultos proferidos con un marcado acento del sur, propinaron la paliza a Pasolini y antes de marcharse amenazaron al joven Pino con matar a su familia si contaba lo ocurrido. Según esta versión, de nuevo, en su huida pasó accidentalmente por encima del cuerpo del agredido.

CONFESÓ CRIMEN

Pelosi fue detenido a las pocas horas circulando en dirección contraria en un Alfa Romeo robado y confesó rápidamente ser el autor del asesinato. Como hemos visto, aseguró haber actuado en solitario. El Tribunal Supremo lo condenó a nueve años y dos meses de prisión, aunque la libertad condicional le llegaría al cabo de cuatro años.

Desde el inicio se alzaron voces discordantes con la decisión judicial.  Laura Betti, gran actriz y amiga del alma de Pasolini fallecida en 2004, fue hasta el último día de su vida defensora de la memoria del director, y nunca dejó de exigir que se abriera de nuevo el caso, asegurando que los auténticos culpables eran gente poderosa a la que le interesaba quitarse de en medio a un intelectual de izquierda molesto.

No olvidemos que Italia estaba por aquel entonces sumida en un periodo que después se denominaría anni di piombo (“años de plomo”), marcado por la inestabilidad en el ámbito político –con gobiernos que iban y venían y frecuentes protestas convocadas por la izquierda– y sobre todo por las acciones –en ocasiones auténticas matanzas– de grupos terroristas de ambos bandos.

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EN LA POLÍTICA

Pero lo cierto es que no todas las personas del entorno del poeta han sido partidarias de la teoría conspirativa. Nico Naldini, primo también poeta de Pasolini, aseguró que la contumacia de atribuir complejos móviles políticos al asesinato procede de una obsesión típicamente italiana, que es la de minimizar la importancia de la homosexualidad en la vida del prohombre.

La estrategia desplegada por Fallaci, Betti y otros tendría el objetivo de “dignificar” la muerte de Pasolini, blanqueándola de su componente sexual al hacer de la víctima un mártir de la causa antifascista: en suma, venía a decir Naldini, detrás de tanta conspiranoia no había otra cosa que homofobia. Hay que recordar en este sentido que ya muchos años antes Pasolini había sufrido en sus carnes los prejuicios de la izquierda marxista de la época.

Pier Paolo Pasolini había sido, todo hay que decirlo, un izquierdista bastante estrafalario. Su ideología, difícilmente clasificable, en ocasiones parecía deslizarse hacia un humanismo cristiano, y en sus críticas a algunos aspectos de la modernidad algunos vieron un reaccionario camuflado. Nacido en una familia de clase media, se sintió emocionalmente alejado de su padre militar, y en cambio el vínculo con su madre, Susanna, fue hasta el final muy estrecho.

En sus trabajos criticó la sociedad burguesa de consumo, utilizó la mitología griega para tratar los problemas del presente y algunas grandes obras de la literatura universal para celebrar el misterio y la belleza de la vida. Su última película, Salò o los últimos días de Sodoma, era una durísima metáfora antifascista que incluía escenas imposibles de ver aun hoy por públicos con el estómago medianamente delicado.

 

OTRAS HISTORIAS

No fue hasta las declaraciones televisivas de Pelosi en 2005, variando completamente su versión inicial, que el caso se reabrió. Más tarde, en nuevas apariciones, Pelosi completaría su segundo relato explicando que en dos de los asaltantes aquella noche eran los hermanos Borsellino, peligrosos delincuentes juveniles relacionados con la extrema derecha que habían muerto en los años noventa. En cambio, exculpaba a Giuseppe Mastini, amigo de los otros dos, y del que siempre se había sospechado como principal autor material.

Entre tanta confusión, y pese al descubrimiento de muestras de ADN de varios individuos en el cadáver, lo que apoyaba la tesis de otros intervinientes, el caso acabó cerrándose de nuevo en 2015 sin que se identificasen nuevos culpables.