La tuberculosis es una infección persistente causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, que afecta a diversos órganos, y particularmente a los pulmones.
Es una enfermedad prevenible y curable que se transmite de persona a persona a través del aire. No todas las personas infectadas por la bacteria enferman, enfermedades provocadas por bacterias; de ahí que se suela diferenciar entre infección y enfermedad (o bien entre tuberculosis latente y tuberculosis activa). La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que una cuarta parte de la población mundial está infectada por el bacilo de la tuberculosis, lo que significa que tienen la bacteria en su organismo, pero no han enfermado ni pueden transmitir la infección. Las personas infectadas por el bacilo tuberculoso tienen un riesgo de entre el 5% y el 15% de enfermar a lo largo de su vida.
¿CÓMO SE TRANSMITE?
Una persona con tuberculosis, que no esté en tratamiento, puede contagiar a otras personas al estornudar, toser o escupir. Al hacerlo, elimina bacterias al aire que pueden entrar a los pulmones de otras personas. Alcanza con que una persona inhale unos pocos bacilos para quedar infectada.
Cuando la persona enferma se encuentra haciendo tratamiento no contagia a otras personas. La tuberculosis no se contagia por compartir el mate, cubiertos, vasos, etc. con una persona enferma. A lo largo de un año, una persona con tuberculosis puede infectar a unas 10 a 15 personas por contacto cercano. Si no reciben el tratamiento adecuado, hasta dos terceras partes de las personas con tuberculosis mueren.
SÍNTOMAS
- Cansancio intenso
- Malestar general
- Sudoración abundante, especialmente al caer el día.
- Pérdida de peso
- Sangre en los esputos
- Tos seca, persistente
- Temperatura corporal que oscila entre los 37 y 37,5 grados.
No obstante, en ocasiones no aparece ningún síntoma.
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TRATAMIENTO
El bacilo de Koch tiene una gran capacidad de protegerse contra los antibióticos desarrollando resistencias cuando éstos se emplean de forma individual. Por ello, siempre es necesario el uso de combinaciones de antibióticos.
El tratamiento se puede realizar de forma ambulatoria, aunque se requiere aislamiento respiratorio, al menos las dos primeras semanas. Entre los fármacos antituberculosos de primera elección, se incluyen la isoniacida, rifampicina, pirazinamida, etambutol y estreptomicina.
Las asociaciones internacionales de enfermedades infecciosas recomiendan en la actualidad comenzar el tratamiento con tres antibióticos de primera línea durante 2 meses, seguido de dos de ellos durante otros 4 meses adicionales.
La pauta más habitual de tratamiento es la combinación de isoniacida, rifampicina y pirazinamida durante los dos primeros meses para continuar posteriormente durante cuatro meses más con isoniacida y rifampicina. Según los casos pueden ser necesarias pautas de mayor duración y con mayor número de fármacos.