El hijo de Sam confesó que asesinaba por orden de un perro poseído

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David Berkowitz
David Berkowitz

Inicialmente afirmó que el perro de un vecino estaba poseído por un espíritu ancestral que le ordenó disparar a la gente. El nombre del dueño del perro era Sam Berkowitz quien dijo más tarde que la historia del perro era un engaño.

La verdadera historia del asesino en serie David Berkowitz quien admitió todos sus crímenes

En el verano de 1976, los neoyorquinos estaban aterrorizados: un asesino andaba suelto, apuñalando y disparando a varias mujeres, principalmente jóvenes. Más tarde se descubrió que el autor era David Berkowitz, de 22 años, quien, a través de las cartas dejadas en las escenas del crimen, se mitificó a sí mismo como el “Hijo de Sam”.

Los medios de comunicación también se aferraron a ello, y pasaron de llamarle “el asesino del calibre 44” (por el arma que utilizó en sus ataques) a utilizar el mismo apodo en sus titulares.

 

¿QUIÉN ES BERKOWITZ Y CUÁLES FUERON SUS CRÍMENES?

David Berkowitz nació como Richard David Falco en 1953 en Brooklyn, pero su madre biológica lo dio en adopción cuando era un bebé. Cuando crecía, se metía en problemas repetidamente por incendios y hurtos, y se alistó en el ejército a los 17 años, sirviendo en Corea del Sur.

Se licenció con honores en 1974 y, al volver a Estados Unidos, descubrió a su madre biológica y la verdadera historia de su abandono, algo que, según el antropólogo forense Elliot Leyton en su libro Hunting Humans: The Rise Of The Modern Multiple Murderer, le perturbó enormemente, y fue “una revelación que destrozó su sentido de la identidad”.

A partir de finales de 1975, Berkowitz comenzó su racha de crímenes violentos. Apuñaló a dos jóvenes -que sobrevivieron- en Nochebuena, y siete meses después, el 29 de julio, disparó a Donna Lauria, de 18 años, y a Jody Valenti, de 19, que estaban sentadas en un coche en el Bronx. Lauria murió, pero Valenti sobrevivió y pudo dar a la policía una descripción del asesino.

En octubre, Berkowitz disparó a otra pareja en un coche en Queens, Carl Denaro y Rosemary Keenan. Ambos sufrieron heridas -Denaro necesitó una placa de metal para reemplazar parte de su cráneo- pero ninguno vio a Berkowitz para identificarlo.

En noviembre, disparó a las estudiantes de secundaria Donna DeMasi y Joanne Lomino, y en enero de 1976 volvió a atacar, disparando a John Diel y matando a su prometida, Christine Freund.

A esas alturas, la policía de Nueva York empezaba a establecer un patrón en los asesinatos, en particular que en todos los crímenes se utilizaba un arma del calibre 44.

El 8 de marzo, la estudiante de la Universidad de Columbia Virginia Voskerichian recibió un disparo en la cabeza y murió al instante, mientras que en abril Alexander Esau y Valentina Suriani fueron también asesinados.

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LA PRIMERA PISTA

Pero junto a sus cuerpos, Berkowitz dejó su primera carta, un torrente de conciencia principalmente incoherente que primero se refería a sí mismo como Hijo de Sam y también decía: “Estoy profundamente dolido por que me llamen odiador de mujeres. No lo soy. Pero soy un monstruo. Soy el “Hijo de Sam”.

A pesar de que las cartas se publicaron en el New York Daily News y de que se hizo un llamamiento para obtener cualquier tipo de información, se cumplió el aniversario del primer asalto de Berkowitz y, en junio y julio, disparó a otras cuatro personas: Sal Lupo, Judy Placido, Robert Violante y Stacy Moskowitz, que murió más tarde.

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¿CÓMO FUE ATRAPADO BERKOWITZ?

Cacilia Davis, sin saberlo, pasó por delante de la escena del crimen de Violante y Moskowitz, y del propio Berkowitz y su auto, y avisó a la policía y al agente que había estado multando a los carros de la zona esa noche, incluido el de Berkowitz.

Fue detenido el 10 de agosto, y en su auto encontraron un rifle, una bolsa de munición, mapas de la escena del crimen y más cartas con amenazas. Luego, la policía descubrió la pistola del calibre 44. Según los informes de la época, Berkowitz dijo con una sonrisa en la cara: “Bueno, me han atrapado”.

Confesó todos los asesinatos mientras estaba bajo custodia policial, y fue aquí cuando por primera vez hizo correr la idea de que estaba controlado por un perro demoníaco llamado Sam.

A pesar de que Berkowitz reveló dos años después que toda la intervención satánica demoníaca era un engaño, dio lugar a la teoría de que formaba parte de una secta satánica más amplia, algo que refleja también el documental de Netflix.

A pesar de que la policía de Yonkers reabrió brevemente el caso en 1996, no ha llegado a nada, y existe un gran escepticismo en torno a las afirmaciones de la secta.

Actualmente, Berkowitz sigue cumpliendo condena en la prisión de Shawangunk, al norte del estado de Nueva York, y se ha convertido en un cristiano renacido y pide que se le llame El Hijo de la Esperanza, en lugar de El Hijo de Sam.