Síntomas de la Hepatitis C

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Hepatitis C
Hepatitis C

La hepatitis C es una enfermedad del hígado provocada por la infección del VHC (virus de la hepatitis C). Es una causa frecuente de cirrosis hepática y cáncer de hígado y es la responsable del 20% de los trasplantes hepáticos en España.

Causas

Esta enfermedad está causada por virus de la hepatitis C (VHC), que pertenece a la familia de los flavivirus.

La dificultad que entraña esta patología es que en la mayoría de los casos es asintomática y el diagnóstico se realiza cuando la enfermedad ya está establecida y es crónica.

Existen algunas variantes de este virus, denominadas genotipos. En concreto, se han descrito 6 genotipos mayores del VHC.

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Síntomas

El periodo inmediatamente posterior a la infección por el virus de la hepatitis C se denomina fase aguda. La hepatitis C aguda no suele cursar con síntomas, pero las personas que sí los presentan manifiestan habitualmente astenia (cansancio extremo), ictericia (coloración amarillenta de los ojos y la piel) y orina oscura (bilis en la orina).

El 70%–90% de las personas que se infectan por el virus de la hepatitis C acaban padeciendo una hepatitis C crónica, en la que el VHC sigue provocando daño hepático durante periodos prolongados. Sin embargo, muchas personas se mantienen sin síntomas durante 20-30 años. El riesgo de daño hepático será mayor cuanto más tiempo transcurra sin que reciban tratamiento. El riesgo de de cirrosis hepática a los 20 años es del 15-30% y de hepatocarcinoma (el cáncer de hígado primario más frecuente) del 1-3% cada año.

La velocidad en la evolución de la enfermedad depende de las características de cada paciente, de elementos relacionados con el virus y de otros factores, como el consumo de alcohol, que acelera de forma significativa la progresión a cirrosis.

Síntomas habituales:

  • Náuseas.
  • Pérdida del apetito.
  • Dolor de estómago.
  • Diarrea.

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Tratamientos

Los antivirales de acción directa para el tratamiento de la infección crónica por el VHC han permitido aumentar significativamente las altas tasas de curación de la enfermedad y reducir los efectos secundarios y la duración de la terapia.

Los primeros fueron telaprevir y boceprevir, que se comercializaron en el año 2011. Su mecanismo de acción es inhibir la proteasa del VHC y se aprobaron para el tratamiento en combinación con interferón pegilado y ribavirina.

La introducción de los antivirales de acción directa, cuya eficacia es superior al 90% en todos los grupos de pacientes, incluidos los cirróticos, ha supuesto un cambio muy relevante respecto al tratamiento con las terapias clásicas basadas en interferón“, asevera Fernando Luca de Tena, especialista en Aparato Digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED).

Actualmente son varios los fármacos disponibles para tratar a los pacientes con hepatitis C, contemplando todas las situaciones clínicas que puedan presentar estas personas y con un altísimo índice de respuesta viral sostenida (eliminación del VHC). “Después de unos años en los que varios regímenes de tratamiento han estado disponibles en función del genotipo de cada paciente, los medicamentos más utilizados actualmente son pangenotípicos (eficaces frente a todos los genotipos del VHC)”, recalca Luca de Tena.

Según la fase del ciclo vital sobre la que actúan impidiendo la replicación del VHC, se clasifican en distintas familias:

  • Inhibidores de la proteasa.
  • Inhibidores de la polimerasa.
  • Inhibidores de la proteína NS5A.

Un único antiviral de acción viral no puede evitar por sí solo la reproducción del VHC. Por eso, como mínimo, el tratamiento debe constar de dos fármacos de diferente familia de inhibidores. Los medicamentos actuales se presentan en una sola pastilla que incluye dos o tres fármacos.