La historia del hombre que fue torturado después de muerto por haber traducido la biblia

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John Wycliffe
John Wycliffe

Cuando fue condenado a muerte a comienzos del siglo XV, John Wycliffe pudo haber pensado que, por suerte, ya llevaba 20 años muerto. Pero si hubiera escuchado la setencia, nunca se le hubiera ocurrido que 20 años después de condenado lo sacarían de su tumba, quemarían sus restos y lanzarían sus cenizas al río Swift, en el centro de Inglaterra.

 EL PROTAGONISTA FUE UN TEÓLOGO INGLÉS DE LA ÉPOCA MEDIEVAL

Y eso fue exactamente lo que le pasó a este filósofo y teólogo inglés de la época medieval a quien se le reconoce haber instigado la primera traduc­ción completa de la Biblia del latín al inglés, algo que estaba completamente prohibido por la Iglesia.

Esa traducción, que hoy se conoce como la Biblia Wycliffe, fue tan solo uno de los muchos cuestionamientos que Wycliffe formuló contra el modus ope­randi de la Iglesia católica, ideas que inspiraron un movimiento de disidencia considerado hereje y sentaron las bases de la reforma o revolución protes­tante que surgió más de un siglo después de su muerte.

Su argumento fue que “la Iglesia tal y como existía a finales del XIV no era un fiel reflejo de la Iglesia tal y como se podría rastrear en la Biblia, en los evan­gelios, en las epístolas y actas”, explicó Anne Hudson, profesora emérita de Inglés Medieval en la Universidad de Oxford.

Según Hudson, él no era de ninguna manera un fundamen­talista, sino que fue elaborando sus pensamientos a raíz de la discrepancia que veía entre la riqueza material de la Iglesia con respecto a la realidad social de la época.

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En ese mismo programa, Anthony Kenny, filósofo y an­tiguo rector del Balliol College de la universidad de Oxford, recordó que los primeros traba­jos filosóficos y enseñanzas de Wycliffe no reflejan nada poco ortodoxo o herético.

Aunque sí había una tenden­cia que lo comenzaba a definir.

“Él era inusualmente realis­ta”, describió Kenny. “Y sacaba conclusiones políticas de ese realismo”.

Bajo su punto de vista lo universal era más importante que lo individual y los aspectos que se tenían en común era más valiosos que las características individuales de una persona.

“Por lo tanto él derivó hacía un comunismo teórico basado en el realismo”, explicó Kenny.

Wycliffe comienza a reflexio­nar más sobre sus ideas y es­cribir sobre ellas coincidiendo con un tiempo donde no sólo comienzan a haber cuestio­namientos a la Iglesia sino también de la sociedad como un todo.

“Hay un fondo detrás de todo esto”, comentó Rob Luton, pro­fesor de Historia Medieval en la Universidad de Nottingham.

“Está el Papado de Aviñón, cuando se trasladó la residencia del Papa a Francia que hizo que surgieron muchas interrogan­tes sobre la autoridad dentro de la propia Iglesia”.

“Así como el rápido cambio social que se produjo después de la Peste Negra que hizo que se desafiará las formas tradicionales de la sociedad y se cuestionara cómo se podía actuar como cristiano frente a estos cambios”, agregó.

Otro hecho fue la guerra de los 100 años que enfrentó a Inglaterra contra Francia y la presencia de la autoridad ecle­siástica en suelo galo. Para él no tenía sentido que el reino y la nobleza de Inglaterra tuvieran que responder y apoyar finan­cieramente a una autoridad que se encontraba en territorio enemigo.

MÁS RADICAL

Los escritos de Wycliffe fue­ron desafiando cada vez más a la Iglesia como institución y defendiendo a la Biblia como la máxima autoridad.

Hasta el punto de cuestionar la doctrina de la transubs­tanciación y la capacidad de transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, parte fundamental del catoli­cismo de la época y hoy en día. Wycliffe no negaba la presencia

de Cristo, pero sí la necesidad del sacramento.

“Eso fue muy importante para el clero porque se trata de uno de los máximos poderes que tienen los curas y al negar la eucaristía le quitarían ese po­der”, resaltó el profesor Kenny.

Y un aspecto importante de la teoría de Wycliffe fue que la escribió en inglés, lo que la hizo más accesible para que más per­sonas pudieran hablar de ella.

Misma razón por la que in­sistió en traducir la Biblia, para reforzar la importancia del texto sagrado como máxima autori­dad para los cristianos.

John Wycliffe pudo haber pensado que, por suerte, ya llevaba 20 años muerto. Pero si hubiera escuchado la sen¬tencia, nunca se le hubiera ocurrido que 20 años después de condenado lo sacarían de su tumba
John Wycliffe pudo haber pensado que, por suerte, ya llevaba 20 años muerto. Pero si hubiera escuchado la sen¬tencia, nunca se le hubiera ocurrido que 20 años después de condenado lo sacarían de su tumba

LEGADO

Según los expertos, la tra­ducción de la Biblia Wycliffe es perfectamente ortodoxa y no contiene nada herético. Y aunque se le atribuye a él, su nombre no aparece en el texto.

“Debo enfatizar que debió ser un trabajo de mucha cola­boración”, resaltó Anne Hudson.

Un proceso largo y lento teniendo en cuenta que para la época todavía no se había inventado la imprenta y que a día de hoy se conocen unos 300 ejemplares.

Copias que se produjeron y  distribuyeron mucho después de la muerte de Wycliffe en 1384 por un ejército de seguidores de sus doctrinas que conformaron un movimiento conocido como “Lolardos”.

Estas ideas lograron tomar fuerza gracias a la pasividad de una Iglesia distraída por sus problemas internos, en una época en la que llegó a tener hasta tres papas.

De hecho, fue tal su influen­cia en otros grandes teólogos -como el checo Jan Hus y fu­turos reformistas- que Wycliffe es considerado la “Estrella de la mañana” como uno de los precursores de la Reforma Protestante.

Pero cuando la Iglesia buscó solucionar sus problemas en 1414 a través del Concilio de Constanza, algo así como una cumbre de emergencia para tratar de unificar el papado, una de las primeras resoluciones fue atacar a quienes cuestionaban su autoridad.

Hus fue condenado a muer­te y ejecutado de inmediato, mientras que a Wycliffe lo declararon culpable de herejía y se ordenó la persecución de los lolardos.

Aunque hubo que esperar hasta 1428 para que se cum­pliera la sentencia en contra de Wycliffe, fueran exhumados sus restos, quemados y lanzados al río.

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