La escritura terapéutica utiliza el poder emocional de la expresión en una hoja o material de apuntes para ayudar a la persona a manejar sus pensamientos, saber cómo regularse y fortalecer el propio conocimiento. Tiene como objetivos no solo descargar lo que hay dentro de la cabeza, sino poner en orden las ideas, saber cómo reproducirlas fuera de nosotros y poder identificar todo aquello que no genera bienestar. Además, también fomenta el uso de emociones positivas y el uso de fortalezas y valores.
Tiene como objetivo poner en orden las ideas, saber cómo reproducirlas fuera de nosotros e identificar lo que no genera bienestar
ORIGEN
El concepto de escritura terapéutica fue introducido por primera vez por el psicólogo estadounidense Ira Progoff a mediados de los sesenta. Psicoterapeuta practicante, seguidor y discípulo de Carl Jung, Progoff desarrolló lo que llamó el Método del Diario Intensivo, un medio de autoexploración y expresión personal basado en el mantenimiento regular y metódico de un diario estructurado.
Aunque el método aún sigue utilizándose en su formato original, a lo largo de los años ha pasado a convertirse en una forma popular de escritura terapéutica, con una multitud de publicaciones de autoayuda que abogan por el uso del diario reflexivo como herramienta esencial para el crecimiento y el desarrollo personal.
BENEFICIOS
- Mejoras en el estado de ánimo, con emociones positivas más frecuentes e intensas.
- Reducción de la carga mental, el bloqueo de pensamientos o el estrés.
- Los síntomas de ansiedad se reducen.
- Favorece el autoconocimiento y la autoaceptación.
- Mayor profundidad en el conocimiento emocional y en su correcta gestión.
- Búsqueda y encuentro del sentido vital.
- Fortalecimiento del orgullo y la admiración hacia uno mismo.
- Mejora en la autoestima y el autoconcepto.
- Conexión con el silencio, la reflexión y la meditación, tanto con problemas concretos como en aspectos más generales.
- Reducción de la crítica interior y favorecimiento en el proceso de fluir.
- Conocimiento de las propias fortalezas personales y de los valores individuales.
¿CÓMO DESARROLLAR LA ESCRITURA TERAPÉUTICA?
Aquí uno puede escribir sin preocuparse de la estética. La gramática y la forma de expresión, en estos casos, han de cuidarlos, pero son lo de menos. No vamos a enseñarlo ni a publicarlo. Por lo tanto, lo único importante es dejar que salga todo de forma natural.
Mientras se va escribiendo, se pasa por diferentes estados emocionales. Y es bueno dar rienda suelta a esas emociones y expresarlas tal y como vienen, sin miedo.
Si tenemos bloqueos emocionales, dependiendo de la situación por la que hayamos pasado, la mente se resiste a expresar las cosas porque intenta protegernos del dolor que causa recordar el suceso. Ante ello, hay que tener paciencia e insistir varios días seguidos para seguir completando el escrito.
Lo positivo de la escritura terapéutica es que no hay restricciones, ya que estamos a solas con nosotros mismos y sabemos que, una vez terminemos de escribir, nadie lo verá porque lo borraremos o romperemos el papel.
EJERCICIOS DE ESCRITURA TERAPÉUTICA


El diario de las cosas positivas
Apunta todo lo positivo que veas cada día. Cuando te levantes cada mañana, debes fijarte en todas las cosas buenas que haya a tu alrededor. Ve apuntándolas y por la noche, antes de dormir, léelas. Te asombrará comprobar que la vida no es tan gris como piensas.
Pon en orden tus ideas
Coge un lapicero y, durante media hora, escribe todo aquello que se te pase por la cabeza. Da igual que sean frases inconexas o sin sentido. También puedes dibujar, hacer listas de cualquier cosa que se te ocurra o apuntar nombres aleatorios. Esto te servirá para poner en orden tus ideas y para saber cuáles son tus sentimientos más íntimos.
Desahógate
Expresa todo lo que piensas; tu dolor; tus miedos y tu rabia. Notarás un enorme desahogo y te sentirás mucho mejor cuando acabes. Luego, puedes elegir entre quemar la carta o dársela a la persona a quién va dirigida. Piensa en las consecuencias fríamente antes de actuar.
Diseña tus sueños
Redacta en un papel cuáles son tus metas. Piensa en ellas y pregúntate, ¿de verdad es imposible conseguirlas? ¿No será que tengo miedo a fracasar? ¿Existe alguna alternativa más realista?
Decidas lo que decidas, solo tú puedes saber hasta dónde estás dispuesto a llegar. Nadie va a juzgarte si fracasas, y de hacerlo, debe darte igual. Diseña la vida que quieres, visualízala y motívate.
La carta de los días malos
Habrá días en los que todo lo verás negro, así sea insignificante y para eso procura tener una carta guardada en tu mesilla o en un sitio seguro: la carta de los días malos.
Para ello, elige un día en el que te sientas muy feliz, y escríbete una carta a ti mismo. Dile a tu otro yo lo orgulloso que estás de él, y todas las cosas buenas que tiene. Posiblemente necesites ese chute de energía positiva cuando tengas el famoso “día malo”, así que mantenla a buen recaudo.