Tres niños de ocho años de edad, Steve Branch, Michael Moore, y Christopher Byers, fueron declarados desaparecidos el 5 de mayo de 1993 en la pequeña localidad de West Memphis, Arkansas.
Condenaron a 3 jóvenes rockeros y vándalos sin saber si eran los verdaderos asesinos
La búsqueda por parte de la policía comenzó un día después, algunos testigos dijeron que los habían visto por última vez en una colina, sin embargo, no se llegó a encontrar nada.
Esa tarde, el oficial Steve Jones, vio a lo lejos un zapato negro flotando en un pantanoso arroyo que terminaba en un canal de drenaje más grande en la misma colina.
Leer también [Ed Kemper el monstruo más cruel de la historia]
Se encontraron los cuerpos de los tres niños atados de pies y manos con sus propios cordones de zapatos. Sus tobillos derechos estaban amarrados con sus muñecas derechas por la espalda, del mismo modo que sus piernas y brazos izquierdos.
Su vestimenta fue hallada en el mismo lugar, parte de la cual estaba enrollada en palos que habían sido arrojados a la fangosa zanja.
POSIBLES CULPABLES
El pueblo era conservador y cerrado, por lo que inmediatamente las sospechas cayeron en unos jóvenes catalogados como inadaptados, que no encajaban con las costumbres de la ciudad. Damien Echols (18), Jason Baldwin (16) y Jessie Misskelley Jr. (17), quienes anteriormente habían sido detenidos por vandalismo, hurto y participación en peleas callejeras.
Se vestían con prendas de color negro y tenían un gusto por la música heavy, que los hacían no encajar en la sociedad.
Los agentes James Sudbury y Steve Jones consideraron que el crimen tenía insinuaciones oscuras que lo hacían similar a un ritual satánico, y que Damien Echols podría ser sospechoso porque él tenía un interés en el ocultismo, y sentían que también era capaz de asesinar a los niños.
Fue entonces cuando contactaron a Vicki Hutcheson, una recién llegada al pueblo. Hutcheson accedió a colaborar con la policía a cambio de una gratificante recompensa de 30.000 dólares.
Así pues, la mujer obligó a su hijo Aaron, compañero de los tres pequeños asesinados, a decirle a la policía que había visto cosas extrañas aquella noche en el bosque, él afirmó que había presenciado los asesinatos cometidos por satanistas que hablaban español, sin embargo, la declaración fue desestimada por carecer de solidez.
No obstante, Hutchenson siguió intentando incriminar a Echols por lo que lo invitó a su casa, donde escondió micrófonos, con la intención de conseguir alguna confesión, lo que fue en vano ya que no logró que dijera nada y la policía optó por decir que la cinta era “inaudible”.
Por último, pensó en un chico de 17 años, Jessie Misskelley, que sufría retraso mental para que éste dijera que había sido testigo de los asesinatos y que Echols había participado.
Leer también [Netflix lanzará 50 videojuegos para móviles en todo el 2022]
LA INTERROGACIÓN
El 7 de junio los oficiales interrogan a Misskelley Jr., sometiéndolo a 12 horas de interrogatorio sin abogado. Tenían la intención de sacarle una posible confesión que lo incriminara junto con sus otros dos amigos. Lograron su objetivo, con una confesión inculpatoria, pero insustancial y de pocos detalles, ya que Misskelley Jr. se encontraba desorientado y cansado, por lo que solo trató de darle a la policía lo que buscaban para que lo dejen en paz.
Más tarde, Misskelley se retractó de su confesión y aludió a la intimidación, coerción y amenazas de la policía, pero para entonces aquellas irregularidades ya no importaron. La policía ya tenía sus culpables y el pueblo clamaba venganza.
CULPARON A LOS ROCKEROS
Tres semanas después, en un clima de histeria generalizado, son juzgados Damien y Jason. La Fiscalía y la Policía justifican el caso en unos supuestos rituales satánicos cometidos por los acusados. Pocas evidencias se presentan y todo el asunto se sostiene sobre la base de la confesión de Jessie. Finalmente, Damien y Jason son condenados a la pena de muerte y a cadena perpetua respectivamente.
QUIENES LOS JUZGARON SE RETRACTARON
Con el paso del tiempo y los nervios más calmados, los habitantes del pequeño pueblo empezaron a dudar si aquellos chicos habían sido realmente los culpables del triple asesinato.
En uno de los juicios realizado a los adolescentes, la policía mostró como evidencia el hallazgo de libros de terror y brujería en los cuartos de los acusados, así como sabanas negras de bandas de rock y hojas con letras de canciones y hechizos. Lo que influenció como miedo y paranoia a los miembros del jurado para que los vieran como culpables.
Los chicos fueron sentenciados a cadena perpetua con pena de muerte por inyección letal.
El caso tuvo gran repercusión mediática por todo Estados Unidos, ya que muchas personas los consideraban inocentes por faltas de pruebas sustanciales.
Se filmó varios documentales sobre los hechos llamado “Lost Paradise: Los crímenes de los niños en Robin Hood Hills”, la cual tiene tres partes, donde se culpa a la policía por el trabajo poco ético, el mal manejo de las evidencias y la poca investigación que habían realizado para encontrar al verdadero culpable de los crímenes.
Vicki Hutcheson declaró que había sido amenazada por la policía para inculpar a los chicos, sino ellos le quitarían a su menor hijo, además de sobornarla con la cuantiosa recompensa si lograba alguna confesión, así no sea verdadera.
Familiares de las victimas también expresaron sus dudas acerca de la culpabilidad de los tres muchachos, en general, a los estadounidenses se les removió la conciencia, más aún después de los documentales y entrevistas hechas, ya que no esclarece realmente lo que pasó aquel día, ni quien pudiera ser el verdadero culpable.
Los tres jóvenes fueron liberados después de 18 años de cárcel, sin embargo, a la fecha no se sabe quién habría cometido los asesinatos o si era parte realmente de alguna secta satánica del lugar. Las investigaciones continúan, sin ningún nuevo sospechoso.
