María Elena Moyano fue asesinada por Sendero Luminoso
María Elena Moyano, una destacada activista social y líder comunitaria de Villa El Salvador, fue brutalmente asesinada hace 32 años por miembros de Sendero Luminoso.
Su valiente oposición al accionar terrorista en su comunidad la convirtió en un símbolo de resistencia contra la violencia en el Perú. Moyano, conocida cariñosamente como “Madre Coraje”, tenía 33 años de edad cuando fue víctima de este crimen atroz el 15 de febrero de 1992.
El día de su muerte, un grupo de terroristas la emboscó y le disparó mientras se dirigía a una actividad del programa Vaso de Leche, para luego dinamitar su cuerpo como una demostración macabra de su barbarie. Este trágico evento ocurrió después de que Sendero Luminoso amenazara con represalias a quienes no acataran su “paro armado”.
A pesar del paro armado decretado por Sendero Luminoso, María Elena Moyano, junto a un grupo de valientes ciudadanos de Villa El Salvador, desafió al terror y salió a las calles para expresar su rechazo a la violencia senderista.
Su activismo le costó la vida. Sendero Luminoso la emboscó y la asesinó cruelmente, buscando silenciarla y amedrentar a todo aquel que se opusiera a su régimen.
El asesinato de Moyano generó una ola de indignación y condena en la población peruana de todos los sectores. Se convirtió en un símbolo de la lucha contra el terror y marcó un punto de inflexión en la lucha contra Sendero Luminoso, acelerando su declive.
Moyano dejó un legado imborrable. Tras su muerte, sus dos hijos menores y su esposo se vieron obligados a exiliarse en Europa. Su entierro congregó a cerca de 300,000 personas, un multitudinario homenaje a su valentía y compromiso.
En 2022, el Estado peruano le otorgó la condecoración póstuma Orden al Mérito de la Mujer, reconociendo su destacada trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres y las poblaciones más vulnerables.
María Elena Moyano es un ejemplo de lucha y esperanza. Su legado inspira a las nuevas generaciones a defender la justicia, la paz y los derechos humanos, sin ceder ante el miedo ni la violencia.
