Los aceites esenciales son mucho más que pequeños frasquitos con olores más o menos agradables. Tienen potentes efectos que contribuyen a mantener o recuperar la salud como complemento de la medicina.
Son mezclas de 500 componentes sanadores que actúan de manera equilibrada y beneficiosa en el cuerpo
Los aceites esenciales tienen propiedades antibióticas y pueden ayudarnos como complementos de los fármacos. Son mezclas complejas de hasta 500 componentes, entre ellos fenoles, terpenos y esteres. Esta complejidad, fruto de la sabiduría de la naturaleza, es una de las ventajas de los aceites esenciales sobre los antibióticos, pues actúan a muchos niveles y de manera equilibrada.
¿Cómo se usan los aceites?
Existen diferentes posibilidades para utilizar los aceites esenciales pues llegan a los órganos deseados a través de boca, nariz y piel.
Para la aplicación exterior en forma de compresas con aceites esenciales, se ponen de 2 a 5 gotas del aceite o una mezcla en un cuenco con agua caliente. Ahí se embebe una gasa, se escurre y se coloca sobre la zona afectada.
Para aplicaciones por vía interna se necesita el consejo profesional de un aromaterapeuta, ya que es preciso ajustar muy bien la dosis. Un exceso puede intoxicar y causar molestias como diarrea, cefalea y alteraciones neurológicas. Es importante utilizar aceites naturales, puros y ecológicos, nunca sintéticos.
1- Aceite de tomillo
El aceite de tomillo tiene un amplio espectro bactericida, debido a dos de sus componentes, el thymol y el carvacrol, que se ha aplicado con eficacia contra gérmenes multiresisitentes. Su aplicación más específica son las infecciones respiratorias y las infecciones por tricomonas de la vejiga.
El aceite esencial de tomillo es efectivo contra los siguientes patógenos: pneumococos (estreptococos que provocan neumonías), proteus (desencadenantes de infecciones de vejiga, próstata y riñón, así como diarreas), enterococos (infecciones urinarias, infecciones de la sangre), estreptococos y estafilococos.
Junto a su capacidad de matar gérmenes, el tomillo también tiene un fuerte efecto circulatorio y analgésico. Estas propiedades hacen que también se pueda utilizar en tensiones musculares, calambres e incluso artritis, artrosis y dolores articulares varios.
2- Aceite de orégano
El orégano es antibacteriano, antiviral, fungicida y antiparasitario. Ayuda en las de infecciones de las vías respiratorias, de la vejiga, de los conductos urinarios y del sistema linfático. Además es un remedio muy efectivo en caso de afectaciones parasitarias de la piel y ante las amebas intestinales. Es eficaz contra el herpes labial. Pero cuidado, el aceite de orégano no puede aplicar puro, sin diluir en otro aceite básico, porque causa quemaduras.
Los compuestos volátiles presentes en el aceite de orégano despegan la mucosidad en las enfermedades respiratorias, como la bronquitis y la tosferina. Favorece la digestión, ya que tienen efecto liberador de calambres gastrointestinales. Ayuda en caso de gases, malestar gástrico y es estimulante del apetito.
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3- Aceite de romero
El romero marroquí (Rosmarin ct. cineol) tiene un potente efecto circulatorio y por ello resulta muy adecuado para emplear en masajes en caso de dolores musculares y articulares, problemas reumáticos, neuralgias (dolores por inflamación de los nervios) y agujetas. Su efecto bactericida se demuestra en su segura efectividad contra cepas de estafilococos (aureus y argentas), pero también contra estreptococos, bacterias E.Coli y Klebsiella.
En el tratamiento de infecciones fúngicas, como las micosis provocadas por Cándida albicans, es de gran ayuda realizar lavados con infusión de romero. Para ello se toman unas cucharadas de romero (las hojas secas) y se dejan hervir en agua, luego se cuelan se dejan enfriar y se usan para lavados vaginales. Este método casero es una suave manera de aplicar las sustancias activas del aceite de romero en una solución acuosa.
4- Aceite de salvia
El aceite de salvia es muy bueno para actuar contra gripes virales, sinusitis, amigdalitis, bronquitis e incluso neumonía. Sus propiedades antiinfecciosas son letales para muchas bacterias como el estafilococo áureo, el estreptococo B-hemolítico, las pseudomonas, la klebsiella y las bacterias coli.
El aceite es muy eficaz en caso de gingivitis, dermatitis y alteraciones intestinales provocadas por virus. Debido a que el aceite de salvia tiene un alto contenido en cetona, que en caso de sobredosificación puede provocar alucinaciones, este aceite debería ser recetado y dosificado por aromaterapeutas especializados. Deben de evitar el aceite de salvia las personas con historial de epilepsia.
5- Aceite de eucalipto
Tiene propiedades antibacterianas, antiinfecciosas y mucolíticas y es especialmente efectivo en enfermedades como sinusitis, otitis, bronquitis y asma, pero también en infecciones de tracto gastrointestinal y de las articulaciones. Es especialmente eficaz contra estreptococos, estafilococos y bacterias coli, así como cándidas dérmicas presentes en bebés en boca y en la zona del pañal. También es efectivo contra el intertrigo, una enfermedad inflamatoria de los pliegues de la piel.
El principio activo del eucalipto es el eucaliptol (Cineol) y se emplea como medicamento en preparados para enfermedades respiratorias.
6- Aceite de limón
Este aceite es de los mejores para aplicar en épocas de resfriados y gripes. Sus fuertes propiedades antibacterianas y antivirales no sólo ayudan a combatir infecciones de las vías respiratorias. El aceite esencial de limón limpia y desinfecta el aire ambiental y lo libera de gérmenes, por lo que puede emplearse eficazmente para evitar contagios. Para ello es apropiado aplicado mediante difusores.
La efectividad de esta forma de desinfección ambiental y de cómo se puede emplear en la higiene de los hospitales la demostró un médico francés, el doctor Jean Valnet, renombrado aromaterapeuta. Los estudios de Valnet demostraban que el aceite de limón nebulizado era capaz de matar meningococos en 15 minutos, bacilos del tifus en 1 hora, estafilococos en 2 horas y neumococo en 3 horas.