Relación entre el APRA y la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado

0
2058
Juan Velasco Alvarado
Juan Velasco Alvarado

En 1968 llegó al poder el general Juan Velasco Alvarado, mediante un golpe de Estado. La relación entre aprismo y velasquismo fue tensa. Aun cuando el régimen implementó varias de las reformas por las que había abogado el Apra, que se mantuvo en la oposición, el régimen fue acusado de “utilizar políticamente” las propuestas del APRA, pero en favor de una casta militarista y renunciando a la libertad para imponer un régimen totalitario.
Se ha discutido sobre las verdaderas razones del golpe de estado de 1968. Mientras que unos sostienen que a los militares golpistas les inspiraba un sincero deseo de implantar la justicia social en el Perú, otros (como el mismo Belaúnde) han hecho notar que los militares se adelantaron a impedir la realización de las elecciones generales de 1969, en las que se presagiaba el triunfo del líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre.​ Y es que los militares, desde la década de 1930, habían hecho cuerpo único para impedir el ascenso al poder de Haya y los apristas, animadversión que se remontaba a la revolución de Trujillo de 1932, en donde fueron masacrados oficiales del Ejército a manos de apristas exaltados, en respuesta de lo cual, un número indeterminado de apristas fueron fusilados.

Así ocurrió el golpe  de estado

El miércoles 2 de octubre de 1968, el Presidente de la República, Fernando Belaúnde Terry, cenó frugalmente en compañía de su Secretaria, Violeta Correa Miller; del Diputado y ex Ministro Sandro Mariátegui Chiappe; de su hija Carito Belaúnde; y del Jefe de la Casa Militar, Capitán de Navío Miguel Rotalde. Abandonó la mesa, seguido por su hija, sin deseos de continuar el diálogo:

Belaunde:” Tengo una tonelada de cansancio… Los ojos se me cierran…”
Se retiró a sus habitaciones privadas por el Jefe de la Casa Militar. A las 11 de la noche, en Palacio reinaba una calma absoluta. El jefe de la Casa Militar, abandonó Palacio. El Gobierno había suspendido, hacía dos días, las Garantías Constitucionales, lo que le obligaba a permanecer de guardia. Pero, después de la juramentación del Gabinete, en su opinión, nada ocurriría. No podía equivocarse. El Capitán de Navío Rotalde durante más de un año había desempeñado el cargo de Ministro de Gobierno. No podía dudar de su olfato, de su experiencia. A dos kilómetros del Palacio de Gobierno, en la sede de la División Blindada, el Coronel Alfredo Belaúnde, Jefe de Estado Mayor de la División Blindada, se aburría. Su parentesco con el Presidente, garantizaba, la lealtad de esta unidad.

General Arrisueño: “Alfredito, tengo unas entradas para el ballet del Teatro Municipal”.
El General Arrisueño, Jefe de la División, despidió al Coronel Belaunde con un gran abrazo. La eliminación del Coronel Belaúnde resultó fácil.
General Arrisueño: “Del Teatro, vete a tu casa tranquilo. Yo me quedo a dormir aquí, mañana tú me reemplazas”.

Tan pronto como salió el Coronel Belaúnde, el General Arrisueño llamó al Coronel Pedro Richter, quien ocupó el cargo que dejara vacante el Coronel Belaúnde.
El General Juan Velasco Alvarado, Presidente del Comando Conjunto, ingresó, a las 12 de la noche, vestido de civil, al edificio del Centro de Instrucción Militar del Perú, CIMP, en Chorrillos, a 15 kilómetros al Sur de Lima. Llegó en compañía de los Generales Montagne y Carpio Becerra. Habían estado en la casa de este último, en Miraflores, dando cuenta de una botella de whisky. Fue recibido por el General Mercado Jarrín, quien también vestía de civil. Rápidamente se reunieron, en ropas de paisano, Coroneles y Generales, en la Sala desde la cual se preparaba el Golpe de Estado. Fue redoblada la guardia en torno al edificio.

En el Club Nacional, en la Plaza San Martín, el Presidente del Consejo de Ministros, Miguel Mujica Gallo, rodeado de sus Ministros civiles, brindaba, con vigor, por el éxito de la gestión política que deberían iniciar dentro de pocas horas. Sólo faltaba el Ministro de Trabajo, el periodista y financista Alfonso Grados Bertorini quien, en el Restaurante La Estancia, en la Avenida Arenales, con una veintena de viejos colegas, festejaba su nombramiento. Con Grados los hombres de prensa se sentían, por primera vez, representados en el Gobierno.

En todos los diarios de Lima se habían redoblado la guardia de fotógrafos y cronistas. Desde hace cuatro noches había un estado de alerta. Ni la juramentación de los Ministros, ocurrida a medio día, modificaba la situación. A medida que pasaban los minutos, fotógrafos y periodistas se miraban. Algo tenía que pasar… Todo el mundo sabía que el Golpe de Estado era inminente. Los únicos que parecían ignorarlo eran el Presidente y sus Ministros.4

En su residencia de Higuereta, zona residencial de Lima, el Coronel Jorge Fernández Maldonado, cenó en compañía del Arzobispo de Trujillo, Monseñor Jurgens; del Vicario General castrense, Monseñor Alcides Mendoza y de Monseñor Baldo, su confesor. A media noche, después de despedir a sus invitados, el Coronel Fernández se retiró a rezar.
A la una de la mañana, el Presidente Belaúnde dormía profundamente, como si estuviese bajo los efectos de un sedante.5​ El Coronel Alfredo Belaúnde, también dormía profundamente en su residencia de Miraflores.