El hospital de Leishenshan, el segundo de los que se construyeron en la ciudad china de Wuhan en diez días entre enero y febrero para reforzar a los sobrepasados servicios médicos locales ante la crisis del coronavirus, cerró ayer sus puertas tras la aparente victoria de la urbe contra el virus.
No obstante, Jiao Yahui, funcionaria de la Comisión Nacional de Sanidad, indicó en declaraciones recogidas por la agencia oficial Xinhua que no está previsto el desmantelamiento del complejo por ahora, ante la posibilidad de que deba ser «reactivado en cualquier momento».
De hecho, tras la ceremonia de clausura se llevaron a cabo tareas de desinfección del centro y de cierre de las plantas que todavía estaban abiertas. Con 1.600 camas, el hospital -cuyo nombre en chino significa «Montaña del dios del trueno«– comenzó a admitir pacientes el pasado 8 de febrero, y por él han pasado 2.011 enfermos de coronavirus, de los que el 45 % alcanzaron estado grave o crítico.
En él han trabajado más de 3.000 sanitarios provenientes de nueve regiones del país cuyo «duro trabajo», según el director del hospital, sirvió para que la tasa de mortalidad entre sus pacientes se limitase al 2,3 %. Los últimos pacientes que quedaban en el hospital fueron transferidos este martes a otros centros de la ciudad.