La indignación se multiplica al constatar que este ataque no es un hecho aislado
La comunidad shipibo-konibo de Cantagallo está sumida en la consternación y el miedo después del trágico asesinato de Michael Gómez García, un miembro activo de 34 años y padre de cuatro hijos. Su vida se apagó trágicamente a manos de la violencia que azota a esta comunidad, ubicada al pie del cerro San Cristóbal, en la capital peruana.
El terrible suceso ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de esta comunidad indígena frente a la delincuencia desenfrenada que acecha sus calles. Según relatos de los propios afectados, los incidentes previos al fatal desenlace habían sido reportados a las autoridades sin obtener una respuesta efectiva. Un intento de robo el sábado anterior al homicidio, que dejó a uno de los residentes herido, no fue atendido por la policía, lo que genera aún más desasosiego y sensación de impunidad entre los habitantes de Cantagallo.
También te podría interesar leer:
Gobierno busca reducir el déficit fiscal mediante decreto de urgencia
La indignación se multiplica al constatar que este ataque no es un hecho aislado. La comunidad shipibo-konibo ha sido víctima de amenazas y extorsiones en el pasado, sin recibir la protección prometida por las autoridades. Incluso líderes como Olinda Silvano han sido objeto de intimidación, poniendo en evidencia la falta de seguridad que enfrentan día a día estas más de 200 familias.
El Ministerio de Cultura también está en el ojo de la tormenta por su aparente inacción y falta de consideración hacia las vidas indígenas. La omisión del nombre de Michael Gómez García en su comunicado público sobre el incidente ha sido percibida como un acto de desdén hacia la identidad y la importancia de estas comunidades. La posterior aparición de la ministra de Cultura, Leslie Urteaga, en fotos con la familia del difunto, seguida de la eliminación de la publicación, solo ha exacerbado las críticas y la sensación de abandono por parte de las autoridades.
En este contexto de dolor y desconfianza, la comunidad shipibo-konibo exige justicia y seguridad para evitar futuros actos de violencia. Es fundamental que las autoridades asuman su responsabilidad y brinden protección efectiva a estos ciudadanos, respetando su identidad y sus derechos como pueblo indígena. La vida de Michael Gómez García no debe ser olvidada ni minimizada, sino honrada con acciones concretas que garanticen la seguridad y el bienestar de su comunidad.