Krüger Grossmann, la actriz que consiguió poder siendo la amante de los poderosos

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Hilda Matilde Krüger Grossmann
Hilda Matilde Krüger Grossmann

Hilda Matilde Krüger Grossmann nació en Berlín, capital de Alemania, en 1912. Sus cualidades para la actuación y el desenvolvimiento escénico empezaron a desarrollarse desde muy niña. Conforme pasaban los años empezó a conseguir papeles interesantes, pero ninguno hacía que su carrera despegue a la fama que esperaba.

No triunfó como artista, pero se convirtió en espía nazi en la ciudad de México

Joseph Goebbels
Joseph Goebbels

Era una mujer guapa y sensual. Pese a que no la consideraban una de las más bellas del país, tuvo popularidad en el círculo del Tercer Reich, gobierno de Adolfo Hitler entre 1933 y 1945. En esa época conoció al ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels. La pasión entre ellos fue inmediata. Hilda dejó a su novio judío para convertirse en la amante.

Gracias a su relación clandestina, la actriz logró ser partícipe de más películas de cine. Todo marchaba bien para sus intereses, pero la esposa de la autoridad descubrió el adulterio. Ella obligó a que destierren a Hilda de todo Alemania para no armar un escándalo. Así ocurrió. Krüger viajó hasta el Reino Unido antes de la Segunda Guerra Mundial y se puso a estudiar inglés.

FRACASO EN HOLLYWOOD

La artista aún mantenía comunicación con Goebbels, quien meses después la mandó a San Francisco, Estados Unidos, pues dio instrucciones de que la reciban y la presenten en los grupos sociales de alta clase. Hollywood la esperaba con los brazos abiertos; sin embargo, su pobre manejo del idioma y el rechazo a participar en filmes contra el nazismo terminaron sepultando su carrera en el país norteamericano.

El encanto de Hilda seguía vivo. De esta manera volvió a ser una amante, pero esta vez de Jean Paul Getty, magnate que se dedicaba a vender petróleo a Alemania. Otro hombre que no se resistió a su belleza fue Gert Von Gontard, heredero de la empresa cervecera Budweiser.

Pasó buen tiempo hasta que, en 1941, Goebbels la mandó a México. Como en Estados Unidos, el ministro la introdujo en los altos círculos políticos. En este entorno conoció a Ramón Beteta, subsecretario de Finanzas y uno de los más importantes en el manejo del dinero en el país azteca.

ESPÍA EN MÉXICO

México dejó de comercializar su petróleo con Alemania con el cambio de gobierno a inicios de 1940. Los teutones no producían el denominado oro negro y lo necesitaban con urgencias para la guerra. La única opción que tenían era utilizar a Hilda Krüger para que enamore a quien fuera necesario con el objetivo de obtener secretos claves.

De esta manera conoció al ministro del Interior, Miguel Alemán Velasco. Fueron amantes y de él recibió información de más importancia que con Beteta. Con ambos tuvo una relación al mismo tiempo durante mucho tiempo, pero, según confirmó su amiga Ida Rodríguez en el documental “La Red Nazi en México”, guardaban las apariencias.

Ella (Hilda) era muy agradable, muy dulce, se sabía todos los corridos mexicanos habidos y por haber de la Revolución… Yo había visto ahí (en su departamento) a Beteta y Alemán cenar, pero no me consta que hayan tenido relaciones o no, guardaban todas las apariencias de unos invitados. Sí me decía muchas veces ‘va a venir el coche de Beteta por mi’“, reveló Ida.

SE CASÓ PARA NO SER DEPORTADA

Krüger se benefició con documentos sobre los movimientos navales y militares del gobierno de México. Además, también conoció estrategias militares de Estados Unidos. Toda esta información fue clave para los movimientos bien pensados de Alemania en plena guerra.

Llegó marzo de 1942 y el gran país de Norteamérica ordenó la captura de la actriz y otros espías alemanes. Miguel Alemán hizo hasta lo imposible para que no la deporten. Fue así como arregló un falso matrimonio con un hombre llamado Ignacio de la Torre, quien era sobrino de Porfirio Díaz, expresidente de México. En esta línea, también destruyó todas las evidencias que la relacionaban con el espionaje.

Solo dejaron una documentación en el Archivo General de la Nación de México, la cual es su ficha de migración. Asistió a la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma, lugar donde conoció al historiador Edmundo O’Gorman y al cómico mundialmente conocido Mario Moreno Cantinflas.

Llegó a participar solo en cuatro películas de México y la implicaron en tráfico de arte. Su matrimonio duró poco, por lo que regresó a Estados Unidos y se comprometiço con un empresario venezolano, otro intento de amor fallido. Luego se supo muy poco de Hilda hasta que falleció el ocho de mayo de 1991, en Lichtenfels, Baviera, Alemania.