Las autoridades hallaron una antena satelital y una red tecnológica que habría servido a peligrosos reclusos para continuar operando desde las alturas del país.
En lo más alto del país, donde el aire escasea y el frío congela los huesos, el crimen sigue respirando. Ni los muros helados ni la soledad extrema de Challapalca lograron silenciar a los cabecillas del delito. La reciente requisa realizada en este penal de máxima seguridad reveló un hallazgo insólito: una antena satelital escondida en el techo del pabellón número dos, conectada con precisión milimétrica a una celda.
Un cable gris, casi invisible entre las calaminas, llevaba la señal directamente al interior del penal. Adentro, un router envuelto en cinta de embalaje y una placa electrónica completaban el rompecabezas tecnológico. Junto a ellos, cigarrillos, audífonos y otros artículos prohibidos, cuidadosamente ocultos en caletas improvisadas.
Expertos advierten que esta infraestructura ilegal no pudo instalarse sin alguna forma de complicidad. Las autoridades empezarán las investigaciones correspondientes para descubir quienes están detrás del suceso.
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Este descubrimiento confirma lo que muchos temían: incluso en las condiciones más inhóspitas, las organizaciones criminales logran adaptarse y operar. Challapalca no solo alberga a los internos más peligrosos del Perú, sino también una nueva modalidad de crimen: la conectividad clandestina a través de internet satelital.
La intervención no solo destapó esta red clandestina. En simultáneo, cinco peligrosos reclusos, provenientes del penal de Lurigancho, fueron trasladados a Challapalca. Conocidos por su historial sangriento, entre ellos se encuentran figuras temidas como Roberto Carlos Grados, alias ‘Bolón’, cerebro del secuestro de un joven empresario al que le cortaron los dedos como advertencia; y Gianpiero García, ‘El cortadedos’, vinculado a la organización criminal ‘Los Pulpos’.