El Men te enseña cómo cuidar a los abuelitos que llevan uno
Los mocos son extraordinariamente frecuentes en los bebés y niños de hasta 5 años; tanto es así, que una de las palabras más antiguas para referirse a los pequeños es ‘mocosos’. El moco es un mecanismo de defensa del organismo del niño frente a las infecciones. Cuando un virus o agente externo entra en contacto con su vía respiratoria y la irrita, la respuesta del cuerpo es generar a través de las mucosas (de ahí su nombre) este material gelatinoso que atrapa a los agentes irritantes para que sean expulsados al exterior, por medio de la tos o los estornudos.
Desde el nacimiento, el bebé está expuesto a muchos agentes infecciosos (virus y bacterias) que entran a través de los orificios nasales al respirar. En su inmensa mayoría, estos serán atrapados por el moco que se produce en la vía respiratoria y no llegarán a afectar gravemente al niño.
Durante los meses de otoño e invierno, las frías temperaturas hacen proliferar las infecciones respiratorias. Si además el bebé tiene hermanos mayores (que le contagian las infecciones), o va a la guardería, es prácticamente seguro que se pasará con mocos. La mucosidad por sí misma no es dañina, pero puede ser molesta e incómoda para el niño, y aunque el tratamiento farmacológico es prácticamente innecesario, sí hay algunas medidas sencillas que pueden aliviarlo.
¿Es necesario tratar los mocos en los niños?
Los pediatras cada vez son más reacios a administrar a niños (especialmente a los menores de dos años) fármacos para tratar los mocos. La mucosidad es un mecanismo de defensa, y si no afecta de forma importante al niño, es mejor utilizar únicamente mecanismos sencillos para ayudarle a expulsarlos, sin intervención farmacológica.
No hay que olvidar que los fármacos para eliminar la producción de mocos (mucolíticos o anticongestivos) pueden tener importantes efectos secundarios, desde taquicardia a convulsiones. Además, el disponer de estas medicinas en casa incrementa el riesgo de accidentes domésticos, que es una causa importante de morbilidad y mortalidad infantil. La eficacia de esos medicamentos en los niños es controvertida, y hay pocos estudios científicos que los avalen.